domingo, 16 de abril de 2023

LOS PUEBLOS PRE-ROMANOS

 

Desde tiempos remotos, los pueblos han sido estudiados para conocer su ubicación geográfica, peculiaridades culturales, religiosas, organización social, lengua y características étnicas importantes. Por ello, en el día de hoy podemos estudiar y conocer cuatro de los pueblos que se asentaron en la península Ibérica, mejor conocidos como pre-romanos. En ese sentido, el presente resumen pretende exponer los aspectos más importantes del pueblo celta, celtíbero, íbero y tartesso en términos de su ubicación, organización social y escrituras; a partir del panel realizado por el grupo 1 en fecha 28/01/2023.

En primer lugar, los celtas se ubicaron en el centro, norte y oeste de la península Ibérica, cerca de los ríos Duero y Pisuerga. De acuerdo con varios estudiosos, su historia es un misterio, aunque algunos expresan que provienen de la India. Se cree que una de sus culturas más impresionantes fue la Haltatt la Tene, la cual tuvo su máximo esplendor en los años 700 a.C. Se consideraban buenos herreros, pues sustituyeron el bronce para realizar sus armas para ciertas batallas. Con respecto a su organización, los celtas tenían una jerarquía (castas) que eran dirigidas por un rey, nobles, plebeyos libres y esclavos. De igual manera, tenían guerreros y sacerdotes.

Por otro lado, los celtas no tenían una escritura como tal debido a que era oral. De acuerdo a su idioma, se dice que se dividió, dando como resultado el  celta q o gordeliz hablado en toda Irlanda y Escocia. Este evolucionó al  gaélico, irlandés y el escocés.

En segundo lugar, los celtíberos se ubicaron en el centro peninsular y en el valle del Ebro, entorno al sistema ibérico. Sus ciudades más reconocidas fueron Segóbrida, Bílbilis y Numancia. En ese mismo orden de ideas, los celtíberos estaban organizados en un consejo de ancianos (seniores) y un consejo de jóvenes (iuniores), es decir, forma organizativa indígena de carácter suprafamiliar. Poseían príncipes y jefes, guerreros y mercenarios, senados y asambleas populares.

Su escritura es una adaptación de la escritura ibérica nororiental. Presenta signos con valor silábico y signos con valor alfabético consonánticos y vocálicos. No posee alfabeto ni silabario sino una escritura mixta. Su lengua ha conservado la mayor parte de las estructuras gramaticales propias.

En tercer lugar, los íberos se ubicaron en el este y parte del sur peninsular, la costa mediterránea, el río Gualdaquivir y el valle del Ebro; lo que hoy es Andalucía y el sur de Francia. Estos estaban organizados de la forma siguiente: la aristocracia, los hombres libres (de riqueza media), la clase baja y los guerreros.

Su escritura clásica surge de la fusión de la escritura meridional y la greco-ibérica. Su alfabeto utiliza 28 signos: silábicos y consonánticos (sonoros y sordos). Este alfabeto es una adaptación artificial creada para ahorrar trabajo a los que lo escribían.  De igual manera, se puede decir que tomó signos de los alfabetos púnico y griego.

En cuarto lugar, los tartessos se ubicaron en el suroeste de la península ibérica, en lo que hoy es el triángulo: Huelva, Cádiz y Sevilla. Estos estaban organizados en un gobierno monárquico que controlaba todo el territorio y las castas: una clase mercantil, terratenientes, clases intermedias y esclavos.

Su escritura, denominada también sudlusitana, es muy similar tanto por la forma de los signos como por el valor que esos signos representan a la lengua ibérica. Sin embargo, esta lengua no ha podido ser relacionada con ninguna otra. Una característica importante de su escritura es la redundancia vocálica de los signos silábicos. Su idioma es el tartésico.

En resumidas cuentas, como hemos podido constatar, de una forma u otra estos pueblos se relacionaron en sus inicios. Su ubicación en la península Ibérica le permitió compartir territorio aunque luego, cada uno de ellos tomara el norte o el sur, el este o el osete. Sin embargo, al cada uno de ellos ubicarse en regiones distintas, su organización social y su escritura varió tal y como se dijo en los párrafos anteriores. Reconocer la importancia histórica y cultural de estos pueblos es de suma importancia para poder entender cómo posteriormente, con los encuentros futuros con otras civilizaciones, permitieron la génesis de lo que conocemos hoy como idioma español.

 

 

 

 

 

Referencias bibliográficas

ALMAGRO GORBEA, M. y RUIZ ZAPATERO, G. (1993): Los Celtas: Hispania y Europa, Madrid.

 

ALMAGRO GORBEA, M., ARTEAGA, O., BLECH, M., RUIZ MATA, D. y SCHUBART, H. (2001): Protohistoria de la península ibérica, Barcelona.

 

ANDERSON, J. M. (1991): Guía Arqueológica de España, Madrid.

 

BELÉN DEAMOS, M. y CHAPA BRUNET, T. (2000): La Edad del Hierro, Madrid.

 

BENDALA GALÁN, M. (1990) La Antigüedad. De la prehistoria a los visigodos, Madrid.

 

BENDALA GALÁN, M. (2000): Tartesios, íberos y celtas. Pueblos, culturas y colonizadores de la Hispania Antigua,

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