Desde
tiempos remotos, los pueblos han sido estudiados para conocer su ubicación geográfica,
peculiaridades culturales, religiosas, organización social, lengua y
características étnicas importantes. Por ello, en el día de hoy podemos
estudiar y conocer cuatro de los pueblos que se asentaron en la península
Ibérica, mejor conocidos como pre-romanos. En ese sentido, el presente resumen
pretende exponer los aspectos más importantes del pueblo celta, celtíbero,
íbero y tartesso en términos de su
ubicación, organización social y escrituras; a partir del panel realizado por
el grupo 1 en fecha 28/01/2023.
En
primer lugar, los celtas se ubicaron
en el centro, norte y oeste de la península Ibérica, cerca de los ríos Duero y
Pisuerga. De acuerdo con varios estudiosos, su historia es un misterio, aunque
algunos expresan que provienen de la India. Se cree que una de sus culturas más
impresionantes fue la Haltatt la Tene, la cual tuvo su máximo esplendor en los
años 700 a.C. Se consideraban buenos herreros, pues sustituyeron el bronce para
realizar sus armas para ciertas batallas. Con respecto a su organización, los
celtas tenían una jerarquía (castas) que eran dirigidas por un rey, nobles,
plebeyos libres y esclavos. De igual manera, tenían guerreros y sacerdotes.
Por
otro lado, los celtas no tenían una escritura como tal debido a que era oral.
De acuerdo a su idioma, se dice que se dividió, dando como resultado el celta
q o gordeliz hablado en toda Irlanda y Escocia. Este evolucionó al gaélico, irlandés y el escocés.
En
segundo lugar, los celtíberos se
ubicaron en el centro peninsular y en el valle del Ebro, entorno al sistema
ibérico. Sus ciudades más reconocidas fueron Segóbrida, Bílbilis y Numancia. En
ese mismo orden de ideas, los celtíberos estaban organizados en un consejo de
ancianos (seniores) y un consejo de jóvenes (iuniores), es decir, forma
organizativa indígena de carácter suprafamiliar. Poseían príncipes y jefes,
guerreros y mercenarios, senados y asambleas populares.
Su escritura es una adaptación de la escritura ibérica
nororiental. Presenta signos con valor silábico y signos con valor alfabético
consonánticos y vocálicos. No posee alfabeto ni silabario sino una escritura
mixta. Su lengua ha conservado la mayor parte de las estructuras gramaticales
propias.
En tercer lugar, los
íberos se ubicaron en el este y parte del sur peninsular, la costa
mediterránea, el río Gualdaquivir y el valle del Ebro; lo que hoy es Andalucía
y el sur de Francia. Estos estaban organizados de la forma siguiente: la
aristocracia, los hombres libres (de riqueza media), la clase baja y los
guerreros.
Su escritura clásica surge de la fusión de la escritura
meridional y la greco-ibérica. Su alfabeto utiliza 28 signos: silábicos y
consonánticos (sonoros y sordos). Este alfabeto es una adaptación artificial
creada para ahorrar trabajo a los que lo
escribían. De igual manera, se puede
decir que tomó signos de los alfabetos púnico y griego.
En cuarto lugar, los
tartessos se ubicaron en el suroeste de la península ibérica, en lo que hoy
es el triángulo: Huelva, Cádiz y Sevilla. Estos estaban organizados en un
gobierno monárquico que controlaba todo el territorio y las castas: una clase
mercantil, terratenientes, clases intermedias y esclavos.
Su escritura, denominada también sudlusitana, es muy
similar tanto por la forma de los signos como por el valor que esos signos
representan a la lengua ibérica. Sin embargo, esta lengua no ha podido ser
relacionada con ninguna otra. Una característica importante de su escritura es
la redundancia vocálica de los signos silábicos. Su idioma es el tartésico.
En resumidas cuentas, como hemos podido constatar, de una
forma u otra estos pueblos se relacionaron en sus inicios. Su ubicación en la
península Ibérica le permitió compartir territorio aunque luego, cada uno de
ellos tomara el norte o el sur, el este o el osete. Sin embargo, al cada uno de
ellos ubicarse en regiones distintas, su organización social y su escritura
varió tal y como se dijo en los párrafos anteriores. Reconocer la importancia
histórica y cultural de estos pueblos es de suma importancia para poder
entender cómo posteriormente, con los encuentros futuros con otras
civilizaciones, permitieron la génesis de lo que conocemos hoy como idioma
español.
Referencias
bibliográficas
ALMAGRO GORBEA, M. y RUIZ ZAPATERO, G. (1993): Los Celtas: Hispania y
Europa, Madrid.
ALMAGRO GORBEA, M., ARTEAGA, O., BLECH, M., RUIZ MATA, D. y SCHUBART, H.
(2001): Protohistoria de la península ibérica, Barcelona.
ANDERSON, J. M. (1991): Guía Arqueológica de España, Madrid.
BELÉN DEAMOS, M. y CHAPA BRUNET, T. (2000): La Edad del Hierro, Madrid.
BENDALA GALÁN, M. (1990) La Antigüedad. De la prehistoria a los visigodos,
Madrid.
BENDALA GALÁN, M. (2000): Tartesios, íberos y celtas.
Pueblos, culturas y colonizadores de la Hispania Antigua,
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