miércoles, 8 de mayo de 2019

ARTE, CULTURA Y CAPITALISMO


LA CULTURA DOMINICANA Y EL CAPITALISMO

       

Cándido Bidó
Artista dominicano
   Desde la odiosa implementación del capitalismo en el siglo XVI, en sustitución del feudalismo, este se ha caracterizado como una fuente de dinamismo social que puede enriquecer la vida humana en cuanto a lo económico se refiere. Sin embargo, la cultura, en el sentido de la función benéfica que desempeña o del fundamento de identidad que permite, se sale del ámbito mercantil, pues el sometimiento al patrimonio económico perpetuamente será lo inverso de lo que se concibe por cultura. De ahí que el mal uso del dinero y el lucro constituyen la pérdida de la identidad de los valores morales y culturales de nuestro país y del mundo. Cuando, como decía Friedrich Nietzsche, se puede adquirir algo con dinero, lo que se consigue poca valía tiene.

   Como prueba, podríamos limitarnos a mencionar lo que ocurre en la cultura dominicana, donde hemos cruzado varias líneas morales en un proceso de mercantilización de todos los aspectos de la vida, llevando esto a que en muchos países del mundo incluyendo el nuestro, el arte y la cultura sean una caricatura, un instrumento creado para generar ganancias, provocando así la miseria cultural de los pueblos. Es más, se puede expresar sin duda de equivocación que la lógica de la compra y la venta ya no se aplica solamente a los bienes materiales, sino a todas las facetas de la vida (personal, profesional y social). 

     No obstante, esta detestable realidad a la que denominamos “cosificación” no se da solo en lo anteriormente mencionado. Sucede también a nivel educacional, específicamente en la literatura y el arte; así lo enuncia Pierre Sauvé cuando explicita que se observa a colegios e instituciones en países como Estados Unidos y Europa que pagan a los niños si leen un libro. Este es uno de los casos que muestra los excesos morales de este mezquino sistema, que en muchas ocasiones son contraproducentes: un niño que lea por la recompensa jamás disfrutará del placer de la lectura per se. Por consiguiente, se debe educar a los lectores, ya sean niños, adultos y/o consumidores de cultura para que sean capaces de ir más allá de ese desventurado arte de presupuestos básicos, inmediato, rentable pero pasajero, y volver a mirar esta encantadora experiencia desde una perspectiva estética e intelectual. Creemos entonces, que una de las características básicas al menos de las obras consideradas literarias que no puede lograr la abominable ley del lucro es la capacidad de trascender las barreras espaciales y temporales. Según Pierre Bourdieu, es posible que una obra leída años o siglos después aún siga trasmitiendo un sentido, al igual que nos conmueve contemplar el David de Miguel Ángel, las Lavanderas de Cándido Bidó;  escuchar una sinfonía de Beethoven o quizás leer una obra literaria de Juan Bosch o William Shakespeare. 

     Es ineludible desasir al arte y la cultura de la supremacía nefasta impuesta por este modelo absolutista neoliberal y la mundialización, lo que entre todas las consecuencias ya expuestas tendría otra añadida: representar sólo a aquellos que se encuentran en potestad hegemónica de adquirir el arte, y de propagar su identidad, en primer lugar Estados Unidos y Europa. A raíz de eso, se considerarían “aculturales” continentes de enorme tradición histórica y artística como por ejemplo Asia y África; al igual que los países que pertenecen a la América tercermundista. Por lo tanto, la cultura ha de distanciarse de la economía y del lucro para lograr eternizarse a lo largo de la historia proyectando innovación y originalidad. 

     Para que lo entiendan mejor, la cultura no viene ya vivida como sublime expresión natural de los grupos humanos, sino como un elemento normal de producción económica, desnaturalizando así las infalibles relaciones interpersonales que la generaron, dado que la cultura es expresión del ser del hombre. Consideramos fatal confundir la cultura y el arte con un mero producto comercial, y peor aún, con la mentalidad del modelo reinante neoliberal que subordina la persona al factor económico. Por lo tanto, el dinero no compra el arte ni la cultura; para cambiar esto ya casi imposible, se ha de educar a las personas sobre que no todas las cosas se compran con posesiones económicas y para esto la educación ha de venir desde la casa.


Ambioris Espinal P.
Licenciado en Lengua Española y Cs. Sociales

11 comentarios:

  1. Muy intetesante punto de vista. Un artículo sin desperdicio que nos obliga a levantar la mirada y ver hacia dónde es que nos lleva, cómo borregos, este Sistema de cosas.

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  2. Efectivamente, Clariza. Debemos ser más críticos en cuanto a las acciones e ideologías que nos propone este sistema, pues aunque tiene sus aspectos positivos es necesario subsanar ciertas cuestiones que nos convierten en consumidores ineptos; sin pensamiento propio, sin capacidad para entender que el dinero es importante; mas no imprescindible.

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  3. Muy bueno tu artículo, y con una bonita reflexión

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  4. Excelente artículo. Ojalá que muchas personas cambien su manera de ver el arte y la cultura como un medio de lucho solamente y no como una vía para enriquecer el espíritu de las personas y ser mejores siempre.

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