¿Estadista
o hábil político?
“El mundo está harto de estadistas a quienes la democracia ha degradado convirtiéndolos en políticos”. Esta frase de Benjamin Disraeli evoca el artículo de opinión redactado por el periodista, investigador histórico y conductor de programas de televisión, el dominicano Miguel Guerrero, titulado ¿Estadista o hábil político? Dicho artículo presenta como personaje principal al ex-presidente de la República Dominicana Leonel Fernández. A raíz de esto, se ha tomado este artículo con el fin de realizar un análisis puntual de los principales aspectos lingüísticos, discursivos y semióticos sobre seis inferencias textuales que se lograron hacer para discernir, explicar y sobre todo, analizar el porqué el autor considera Fernández como un hábil político y no como un estadista.
En consonancia con lo explicitado por Miguel Guerrero, Fernández busca ventajas sobre sus opositores, hace uso abusivo del poder y utiliza el dinero público en favor de su partido; es decir que, el expresidente utiliza dádivas para obtener los propósitos que desea con lo cual, aunque no lo diga de forma explícita, se sobreentiende que ha querido expresar que dicho gobierno abusa de la corrupción y, que sobre todo, es hacedor de ella. En ese mismo orden de ideas, el autor explica que “un estadista no utiliza la nómina pública para financiar su partido como sucedía con las cuotas “voluntarias” de los empleados públicos”. Como puede observarse en este caso, el autor ha utilizado comillas para representar esta palabra, lo cual indica sarcasmo, ironía y en última instancia, todo lo contrario de lo que se expone en el corpus completo. También se manifiesta el presente simple del modo indicativo en fragmentos como “un estadista no busca ventajas sobre sus opositores ni se vale de las oportunidades del poder para vencerlos”, con el cual se pretende lograr que el lector se haga la idea de que aún lo hace, y que sobre todo, lo sigue y lo seguirá haciendo.
Por otra parte, Miguel explicita que una democracia sólida y estable es aquella cuyas instituciones son fuertes, se respetan las leyes y la independencia de los poderes del Estado, es decir, que una democracia donde los gobernantes hagan lo que quieran sin que nadie se oponga no es digna de llamarse como tal, pues no lo es. Por consiguiente, si se vive en democracia y no se cumplen estas características, en realidad lo que verdaderamente existe es una dictadura disfrazada de democracia. Para avalar estas aseveraciones, el autor utiliza argumentos de hecho, pues “incumplió varias leyes que postula la constitución”.
Otra de las ideas que se desprende de lo presentado por el autor en cuestión es que Leonel no toma en cuenta las opiniones de la sociedad ni respeta a sus opositores. En otras palabras, Fernández nunca dio respuestas a las preguntas de la sociedad sobre su gobierno y, utiliza calificativos “impropios” contra sus opositores, pues de dirige a estos de forma negativa, irónica y despectiva. Por lo tanto, de acuerdo al uso que hace el autor de los adjetivos y del modo de organización micro-estructural se puede inferir que este texto y es de secuencia predominante argumentativa.
Otro planteamiento que se infiere del texto es que un estadista y un hábil político se distinguen en que el primero promueve la democracia, el respeto a todos los estamentos del Estado y la Constitución; mientras que el segundo utiliza una serie de artimañas tendentes a favorecer sus propios intereses. De ahí que, que para catalogar a Leonel como estadista este debería ser un modelo de ciudadano para los demás, pues es la primera persona que debe hacer lo que se propugna en las leyes, en la constitución, en las instituciones del Estado... Sin embargo, el ex-presidente utiliza todos los instrumentos y acciones que estén a su alcance para ganar a su adversario o para mantenerse en el poder.
Para finiquitar, el enunciador es el de un crítico de Fernández interesado en mostrar algunas de sus tareas como presidente. Se proyecta, asimismo, como un periodista muy informado, con la autoridad y habilidad para comunicar su punto de vista sobre el tema en torno al cual gira el artículo. Esto se traduce en que, es un crítico porque analiza las acciones que debe hacer un gobernante, en este caso Leonel Fernández, y las contrapone con lo que realmente hace. Por lo que se puede afirmar que ha investigado bastante sobre las acciones que este llevó a cabo en su mandato y las compara con lo que en realidad debe hacer un estadista. De ahí que se concluye que Fernández más que un estadista es un hábil político.
En consonancia con lo explicitado por Miguel Guerrero, Fernández busca ventajas sobre sus opositores, hace uso abusivo del poder y utiliza el dinero público en favor de su partido; es decir que, el expresidente utiliza dádivas para obtener los propósitos que desea con lo cual, aunque no lo diga de forma explícita, se sobreentiende que ha querido expresar que dicho gobierno abusa de la corrupción y, que sobre todo, es hacedor de ella. En ese mismo orden de ideas, el autor explica que “un estadista no utiliza la nómina pública para financiar su partido como sucedía con las cuotas “voluntarias” de los empleados públicos”. Como puede observarse en este caso, el autor ha utilizado comillas para representar esta palabra, lo cual indica sarcasmo, ironía y en última instancia, todo lo contrario de lo que se expone en el corpus completo. También se manifiesta el presente simple del modo indicativo en fragmentos como “un estadista no busca ventajas sobre sus opositores ni se vale de las oportunidades del poder para vencerlos”, con el cual se pretende lograr que el lector se haga la idea de que aún lo hace, y que sobre todo, lo sigue y lo seguirá haciendo.
Por otra parte, Miguel explicita que una democracia sólida y estable es aquella cuyas instituciones son fuertes, se respetan las leyes y la independencia de los poderes del Estado, es decir, que una democracia donde los gobernantes hagan lo que quieran sin que nadie se oponga no es digna de llamarse como tal, pues no lo es. Por consiguiente, si se vive en democracia y no se cumplen estas características, en realidad lo que verdaderamente existe es una dictadura disfrazada de democracia. Para avalar estas aseveraciones, el autor utiliza argumentos de hecho, pues “incumplió varias leyes que postula la constitución”.
Otra de las ideas que se desprende de lo presentado por el autor en cuestión es que Leonel no toma en cuenta las opiniones de la sociedad ni respeta a sus opositores. En otras palabras, Fernández nunca dio respuestas a las preguntas de la sociedad sobre su gobierno y, utiliza calificativos “impropios” contra sus opositores, pues de dirige a estos de forma negativa, irónica y despectiva. Por lo tanto, de acuerdo al uso que hace el autor de los adjetivos y del modo de organización micro-estructural se puede inferir que este texto y es de secuencia predominante argumentativa.
Otro planteamiento que se infiere del texto es que un estadista y un hábil político se distinguen en que el primero promueve la democracia, el respeto a todos los estamentos del Estado y la Constitución; mientras que el segundo utiliza una serie de artimañas tendentes a favorecer sus propios intereses. De ahí que, que para catalogar a Leonel como estadista este debería ser un modelo de ciudadano para los demás, pues es la primera persona que debe hacer lo que se propugna en las leyes, en la constitución, en las instituciones del Estado... Sin embargo, el ex-presidente utiliza todos los instrumentos y acciones que estén a su alcance para ganar a su adversario o para mantenerse en el poder.
Para finiquitar, el enunciador es el de un crítico de Fernández interesado en mostrar algunas de sus tareas como presidente. Se proyecta, asimismo, como un periodista muy informado, con la autoridad y habilidad para comunicar su punto de vista sobre el tema en torno al cual gira el artículo. Esto se traduce en que, es un crítico porque analiza las acciones que debe hacer un gobernante, en este caso Leonel Fernández, y las contrapone con lo que realmente hace. Por lo que se puede afirmar que ha investigado bastante sobre las acciones que este llevó a cabo en su mandato y las compara con lo que en realidad debe hacer un estadista. De ahí que se concluye que Fernández más que un estadista es un hábil político.
Bibliografía
Guerrero,
M. I. G. U. E. L. (2014, 1 noviembre). ¿Estadista o hábil político?
Recuperado de
https://acento.com.do/2014/opinion/8190845-estadista-o-habil-politico/
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